miércoles, 31 de marzo de 2010

El pasillo estaba repleto,la gente no dejaba de hablar,parecían molestos,o mejor dicho exaltados,nerviosos. Hablaban para no pensar.
16-c,llegó a su asiento...estaba cansada de esperar,se dejó caer.
La gente seguía exaltada,pero esta vez murmuraba,pareciendo como si el miedo se estuviese a poderando lentamente de ellos.
Anuncios,demostraciones,cinturón de seguridad (como si sirviera de algo ).
Ruidos,movimientos...el final comenzaba.
Sus oidos se fueron tapando suavemente alejando su mente del exterior,aún era de día afuera,un sol brillante y anaranjado se veía a lo lejos.
A su lado,una señora que rezaba,la miró y le lanzó una mueca amigable para que no se sintiera sola.
Las nubes empezaron a rodearla,sus ojos se llenaron de lágrimas. Los cerró,no quería ver,quería imaginar...
El avión llego a su punto de estabilidad,sus oidos se destaparon,su corazón se durmió,el comienzo del final había llegado a su punto jugoso....

9 comentarios:

  1. Pero la permanencia a nueve mil metros te otorga la sensación de que no perteneces al planeta. Puedes pensar en lo que dejas atrás. O ficcionar con el destino que te espera. El vuelo, como el sueño, permite que te aligeres de puntos de referencia. No vives solamente el ámbito del viaje como una liturgia de desplazamiento. Quieres quedarte ahí. Entre dos continentes, entre dos océanos, entre dos vidas, entre dos pruebas. La prueba del alejamiento y la del encuentro. Juegas a elegir, pero no te quedan cartas. Has apostado, has decidido tu jugada. A partir de ahora, es probable que haya nuevos vuelos a otros proyectos, a otras ilusiones.

    Miras en derredor. Los pasajeros dormitan, las azafatas se pasean lentas y serviciales. El avión se eterniza en su estabilidad. Nada parece estar en movimiento. Ese ligero sonido de fondo o la presión regulada te recuerda que estás en el vientre de una máquina. Pero tú prefieres aceptar que estás en el vientre de ti misma. Renovándote. Miras a la ventanilla. Sonríes a tu reflejo. Nadie te ve. Hablas con la imagen gemela. Corres el mechón moreno que te cosquillea la oreja. Bienvenida, te dices. No puedes parar la carcajada.

    ResponderEliminar
  2. Es especial,directo,preciso,palabras perfectamente entrelazadas...
    No entiendo como puede,a una persona que escribe tan bien,tan justo,gustarle o incentivarle mis escritos...
    Un honor realmente que pase por este espacio...me da mucha alegria de verdad,gracias.

    M.

    ResponderEliminar
  3. Hay muchas cosas que no se entienden, pero se sabe de sus efectos. Tus palabras sugieren las que luego redacto yo, se produce una especie de concatenación, dejando libre la imaginación, dejando abierta la historia. Ya verás. Sigue tú mi texto ahora.

    gracias a ti, M.

    ResponderEliminar
  4. Es que tus textos son,señores textos... (una humorada que tiene mucho de cierta)
    Tanto que continuarlos me da pudor... y creo haber dicho con anterioridad que redundar demasiado sobre una misma idea no es lo que mas me gusta... estos textos son parte de mi vida,de lo que me sucede...me gustaría seguir algo que sea parte de la vida de otro. Tú continuas mi vida,como si estuvieras escribiendo mi futuro...como si estuviera leyendo mi futuro...eso es lindo,me gustaria hacer lo mismo con otra persona... puedes entenderme?

    Magdalena.

    ResponderEliminar
  5. Sí. Algo se me ocurrirá.

    ResponderEliminar
  6. Pero echo de menos el próximo minirelato tuyo. Mantengo mi compromiso de iniciativa, Llegará.

    Avance.

    ResponderEliminar
  7. A estas horas y sin dormir se me ocurren muchas cosas para escribir... pero no confío en que mi ortografía sea la correcta... prometo tratar hacerlo en unas horas.


    Gracias por tu incentivo.

    M.

    ResponderEliminar
  8. Ohh... sin quererlo he hecho una rima en mi primer oración de la última firma...

    M.

    ResponderEliminar
  9. Parto harto costoso, no necesariamente doloroso.

    (ah, otra rima)

    ResponderEliminar