También me oculto cuando presiento que las palabras giran dentro de mi y no son paridas. Y no lo son porque no están convencidas. Porque la gestación es defectuosa, o no ha medido el tiempo en que deben ser expulsadas a la vida. O es el cerebro que las articula y las monta y desmonta el que está cansado. Es decir, mi mente.
Hoy, cuando desperté, me parecía tener el cerebro agarrotado, como si no me resultara maleable. Tenía la sensación de que había perdido la porosidad con que en otras ocasiones pienso, hablo y escribo. Esa luz abierta y receptiva con que miro el amanecer, con que salgo a la calle. Optimista, seguro. Esta mañana me faltaba algo. Me faltaba todo. Me sobraba agobio. Por supuesto, cuando el espejo me inquirió una sonrisa le escupí. Ni siquiera me afeité y dudé entre café y ron.
La noche había sido algo turbia. No por beber, no por hablar, no por mirar a otras mujeres, sin mayor interés, lo juro. Sino por el bofetón que me soltó aquella mujer que decía estar harta de mi. No lo hizo porque me sobrepasara, sino porque no llegaba. Había permanecido callado durante horas. A cada encuentro con amigos yo ponía cara de póker y ella me acuchillaba despiadadamente. No hay nada peor que creerse afianzado con una mujer. Cuanto más seguro te ve, más te exige. Eso es lo que me dio en pensar. Y por eso callé.
No puedo escribir... no sé que me pasa,pero no puedo... me incentiva mucho lo que has escrito... pero las palabras no salen,espero que mi cerebro se cure pronto (?)
También me oculto cuando presiento que las palabras giran dentro de mi y no son paridas. Y no lo son porque no están convencidas. Porque la gestación es defectuosa, o no ha medido el tiempo en que deben ser expulsadas a la vida. O es el cerebro que las articula y las monta y desmonta el que está cansado. Es decir, mi mente.
ResponderEliminarHoy, cuando desperté, me parecía tener el cerebro agarrotado, como si no me resultara maleable. Tenía la sensación de que había perdido la porosidad con que en otras ocasiones pienso, hablo y escribo. Esa luz abierta y receptiva con que miro el amanecer, con que salgo a la calle. Optimista, seguro. Esta mañana me faltaba algo. Me faltaba todo. Me sobraba agobio. Por supuesto, cuando el espejo me inquirió una sonrisa le escupí. Ni siquiera me afeité y dudé entre café y ron.
La noche había sido algo turbia. No por beber, no por hablar, no por mirar a otras mujeres, sin mayor interés, lo juro. Sino por el bofetón que me soltó aquella mujer que decía estar harta de mi. No lo hizo porque me sobrepasara, sino porque no llegaba. Había permanecido callado durante horas. A cada encuentro con amigos yo ponía cara de póker y ella me acuchillaba despiadadamente. No hay nada peor que creerse afianzado con una mujer. Cuanto más seguro te ve, más te exige. Eso es lo que me dio en pensar. Y por eso callé.
Me acuesto y me levanto pensando en como seguir tu historia,tengo partecitas en mi cabeza... esperame.
ResponderEliminarM.
Naturalmente. Toda tuya. Estimulante que la sigas.
ResponderEliminarNo puedo escribir... no sé que me pasa,pero no puedo... me incentiva mucho lo que has escrito... pero las palabras no salen,espero que mi cerebro se cure pronto (?)
ResponderEliminarM.